Vamos a ver un caso real que lo demuestra.
El salto de altura es una disciplina olímpica desde 1896.
Hasta la década de los 60, todos los saltadores abordaban el listón de frente, primero con una pierna y después con la otra, tumbándose al final en la colchoneta.
Todos hacían lo mismo hasta que un joven americano, demasiado grande para esta disciplina, ideó un nuevo sistema.
Su complexión física lo situaba en desventaja según el método tradicional, pero si ideaba un sistema diferente, ajustado al reglamento, podría tener ventaja.
Dick Fosbury creó un nuevo estilo que consistía en saltar sobre una pierna girándose de espalda para afrontar el listón.
Lo que estamos acostumbrados a ver ahora.
El estilo Fosbury le llevó a ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de México en 1968.
Aunque hoy es el estilo imperante, en su día los técnicos desaconsejaban a los atletas copiar a Fosbury, decían que era mejor seguir como antes.
Nos cuesta tanto desaprender…
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Cómo mejorar la actitud y convertirla en una actitud positiva
El proceso es sencillo, se trata de poner en práctica determinadas habilidades hasta que se conviertan en hábitos que te reforzarán en tu manera de ser, de ver el mundo y de actuar.
Para vivir con esperanza, para luchar por lo que queremos y recuperarnos de los palos que da la vida, es necesario tener una actitud positiva.
Y no… No se trata de un rasgo del carácter grabado a fuego que no se pueda cambiar.
En realidad, se trata de una forma de pensar que se puede gestionar.
Ese espíritu de victoria funciona tanto a nivel individual como de grupo, porque el optimismo, como la sonrisa, es contagioso.
Para crecer en las actitudes hay que generar un caldo de cultivo apropiado.
Si quieres ser positivo pégate a gente optimista, si quieres ser luchador pégate a gente que no abandona… Si quieres estar todo el día de bajón pégate a un pesimista.
Vamos a ver algunos hábitos que te pueden ayudar.
La proactividad
Somos responsables de nuestra propia vida.
La diferencia entre una actitud proactiva y una reactiva, es la misma que diferencia creer que estamos al mando o pensar que todo lo que nos pasa depende de factores externos.
¿En qué situación prefieres estar…? La elección es sólo tuya.
Tener un propósito
El problema de las metas es que son lejanas, imprecisas y ambigüas, por lo que resulta más útil identificar objetivos.
Marcarse objetivos nos ayuda a imaginar lo que deseamos y nos transmite la ilusión de lograrlo.
El cerebro se apoya en la simulación mental para lograr ese resultado, de modo que si el resultado imaginado es vago o confuso nos costará encontrar el camino para alcanzarlo.
Ponte en esta situación, no es lo mismo decir «Quiero viajar por el mundo» que decir «Quiero ir a Paris el próximo verano, visitar el Louvre, cenar en la torre Eiffel, ir de compras por los Campos Eliseos y que un artista de Montmartre me haga un retrato para ponerlo en mi habitación encima de la cama».
¿Ves la diferencia? Cuanto más claramente esté definido un objetivo más motivación encontraremos y más ilusionante será el camino.
El objetivo es lo que buscas y la estrategia la forma de alcanzarlo, por eso es importante identificar nuestros objetivos antes de buscar estrategias.
Muchas veces nos adelantamos y buscamos y probamos mil estrategias sin tener un objetivo claro.
O nuestro objetivo es tan vago que ahí se queda para mejor ocasión.
Hay algunos trucos que puedes utilizar para definir claramente lo que quieres, por supuesto vale tanto para objetivos personales como para los de tu negocio, además, en el caso de los negocios pequeños suelen estar muy relacionados.
Veamos algunos.
Define lo que quieres
Metodología Grow
La palabra Grow hacen referencia a las 4 siglas del método:
La incertidumbre
Una actitud positiva te hace sentir responsable y consciente de que las decisiones de hoy tienen consecuencias mañana y decidir si queremos controlar esas consecuencias o vamos a abandonarnos a la buena o mala suerte.
Nadie sabe lo que nos depara el futuro, es imposible saberlo.
El mundo es incierto y tenemos que vivir con eso.
Los sucesos inesperados y el azar ocurren de repente y pueden influir mucho en nuestro objetivos y planes.
Lo único que podemos hacer ante la certeza de la incertidumbre es ser flexibles, estar preparados y tener una buena capacidad de recuperación.
Obsesionarnos con las amenazas desconocidas no conduce a nada, es mucho más útil canalizar nuestra energía en potenciar la capacidad de manejar las situaciones inesperadas.
El cambio de actitud
Es curioso que a pesar de estar acostumbrados al cambio desde que nacemos, estemos tan mal preparados para los cambios y en general cueste tanto adaptarse a ellos.
Nuevamente la flexibilidad nos ayuda a acomodarnos a las circunstancias.
Si queremos mejorar, tanto personalmente como en nuestro negocio, una actitud flexible nos prepara para el cambio que supone avanzar.
Firmeza en los objetivos y flexibilidad en las acciones, puede ser un buen resumen de una mentalidad ganadora.
Pero podemos hacer más:
En todo caso, nuestra actitud condiciona nuestros logros.
Está claro que una actitud destructiva, negativa, de inacción y desgana o un ego que menosprecia todo lo que le rodea, minará el éxito de cualquier proyecto.
Los pensamientos positivos buscan soluciones, nuevas alternativas, mientras que la actitud negativa se centra en las amenazas y se preocupa pero no se ocupa.
Finalmente, un buen consejo para llegar a donde quieres puede ser; «Detalla tu definición de éxito, cuida tu actitud y busca tu camino para alcanzarlo».
¡El éxito es una cuestión de actitud! Cosecha una actitud positiva para alcanzarlo.